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La ira es una de las reacciones que cualquier responsable de recursos humanos se puede encontrar en el proceso de cese de un miembro de su plantilla. Entender en qué consiste, cómo se manifiesta y qué medidas tomar a la hora de encontrarnos ante una persona iracunda, nos ayudará en el desarrollo de despidos más seguros y saludables. 

 

¿Qué es la ira?

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, “la ira es una reacción emocional que tiene una variedad de funciones adaptativas, que incluye la organización y regulación de procesos internos psicológicos y fisiológicos relacionados con la auto-defensa, a la vez que la regulación y construcción de conductas interpersonales y sociales.” De esta primera definición podemos ver que se trata de una manifestación de emociones enfocadas a protegernos y que persiguen un fin.

 

En otras palabras, la ira se puede entender como la respuesta ante una posible amenaza, aunque no siempre tienen porqué ser una amenaza real. Se crea un estado de alerta ante un estímulo en el que se llega a perder el control de la situación, ya sea a través del despliegue descontrolado de sentimientos hacia el exterior, o bien la limitación de los mismos a un terreno exclusivamente interno.

 

Estos sentimientos suelen estar protagonizados por la rabia, el enojo, la furia, la irritabilidad, la hostilidad, y, en ocasiones, la agresividad. De este modo, una ira mal canalizada puede desencadenar en culpabilidad, ansiedad, etc. Es por ello que debemos entender que el origen de esta emoción está en el instinto de supervivencia, y como muchas otras, es posible entenderla, controlarla y enfocarla a un fin determinado.

 

¿Cómo detectarla? 

La detección sería el primer paso para poder gestionarla. Por regla general, es una emoción fácil de identificar en nosotros mismos y en los demás.

 

En el momento de un despido podremos encontrarnos, tanto personas con “ira interna o pasiva” como otras con “ira externa o agresiva”. La diferencia se encuentra en que el primer grupo de personas tienden a reprimir su ira, mientras que las segundas dirigen la emoción hacia otras personas o hacia el entorno. En cualquier caso es recomendable acompañar a todas estas personas ya que sentirán miedo, enfado, hostilidad… Por ello, tras la comunicación de un despido debemos observar al empleado y ver si reúne algunas de las siguientes características:
  • Ceño fruncido.
  • Elevación de la temperatura corporal.
  • Enrojecimiento de la piel.
  • Rigidez corporal.
  • Sudoración.
Todas ellas serán indicios de un posible episodio de ira y cuya previsión nos ayudará a preparar el terreno y dirigir esa ira de la mejor forma posible. Una detección temprana nos dará la oportunidad de encauzar la conversación y minimizar posibles estadios de ira descontrolada e, incluso, agresiva.

 

La gestión de la ira en el despido

Tras haber expuesto los orígenes y manifestaciones de esta emoción, vamos a ver con las siguientes claves cómo podemos ayudar a una persona iracunda al recibir la comunicación de un despido.

 

    • Establece sesiones cortas. Por la persona que transmite el despido, pero sobre todo, por la persona que recibe la noticia. En cualquier caso, es recomendable que una reunión por despido no se prolongue en el tiempo más allá de lo estrictamente necesario.
    • Crea un entorno no amenazador. Aire acondicionado inadecuado, ruidos, olores demasiado intensos o una luz molesta pueden acrecentar un episodio de ira. Desde el primer momento será importante crear un entorno calmado que ayude al empleado a equilibrar sus niveles de enfado y confort. También podremos ofrecer alimentos y bebidas sin cafeína que ayudan a refrescar y reconfortar a la persona.
    • Informa. El despido es una noticia, a veces inesperada, que puede provocar una combinación de estrés e incertidumbre en la persona, lo que puede desencadenar en rabia y descontento. Procurar una información completa de por qué se ha tomado la decisión, en qué circunstancias y con qué objetivo, es un primer paso para minimizar un posible episodio de ira.
    • Estate alerta. Detecta todas aquellas alarmas fisiológicas que hemos mencionado y que pueden darnos un primer indicio de aparición de ira. Detectarla previamente será muy útil a la hora de controlar o minimizar su impacto.
    • Tranquiliza, pero no verbalmente. Es preciso tranquilizar a la persona pero hacerlo con palabras no siempre es la mejor idea, ya que podemos conseguir el efecto contrario. Debemos evitar frases como “tranquilízate”, “cálmate”, “no te preocupes”, etc.
    • Respeta. Se debe respetar el uso de la ira, exceptuando aquellas variantes más agresivas. La ira es un mecanismo de defensa natural, por ello debemos detectarlo, comprender los motivos que han llevado a ese punto y tratar a la persona con respeto y profesionalidad.
    • Escucha activamente. Debemos permitir que la persona se exprese, mostrar preocupación e interés y mantener una actitud profesional en todo momento.
    • Marca límites. Si tras preparar un entorno agradable, detectar posibles fuentes de ira y apaciguar a la persona cuando ya se ha desplegado, es posible que llegue un punto en el que no seamos capaces de mantener la situación controlada, llegando a encontrarnos con agresividad verbal o, incluso, física.  En estos casos debemos marcar límites: alejarnos físicamente, abandonar la estancia o, en caso de ser necesario, poner fin de inmediato a la reunión.

La ira, en definitiva, es una emoción impactante que crea rechazo en la persona que la recibe, por lo que en numerosas ocasiones ha sido estigmatizada por la sociedad. Aun así, también es una emoción necesaria y con mucho potencial que ayuda a afrontar y provocar cambios importantes en la vida de las personas.

Quizás el primer paso para gestionarla, tanto interna como externamente, sea normalizar. Se trata de una emoción más, por lo que no debemos reprimir su expresión, sino encauzar para minimizar el daño y potenciar su aspecto positivo.

 

En Aflora llevamos más de 35 años especializados en despidos de profesionales, diseñando programas para su vuelta al mercado laboral. Si necesitas ayuda para afrontar este tipo de procesos, ya sea para tí, para tu equipo o tu empresa, contacta con nosotros. 


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inteligencia emocional en el despido.

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