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La inteligencia emocional es la capacidad que tienen las personas para percibir, expresar, reconocer y gestionar sus propias emociones y las de los demás.

El concepto de inteligencia emocional surgió en 1983 a través de Howard Gardner psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard. Gardner fue conocido por su teoría de las inteligencias múltiples, señalo que no existía una sola inteligencia en el ser humano sino varias inteligencias (ocho inteligencias), de las que dos se refieren a la comprensión de las emociones humanas: la interpersonal (reconocer emociones de otras personas) y la intrapersonal (conocer nuestras propias emociones).

Después Daniel Goleman dio nombre a estas dos inteligencias descritas por Gardner como “inteligencia emocional” y popularizo el término con su bestseller “inteligencia emocional”. Goleman llegó a afirmar que, en un futuro, el coeficiente intelectual (CI) podrá ser sustituido por el coeficiente emocional (CE).

Se ha confirmado que para tener éxito en la vida dependemos más de la inteligencia emocional que de capacidades y habilidades racionales y lógicas. Gran parte de las decisiones que tomamos en nuestra vida se rigen en algunas ocasiones por las emociones.

Poseer ciertas habilidades emocionales como el autoconocimiento, autocontrol, empatía y habilidades sociales pueden marcar nuestra vida familiar, social y laboral y al final nuestra propia felicidad. Estas habilidades  pueden venir configuradas en nuestro equipaje genético, y otras tantas se moldean durante los primeros años de vida, la evidencia respaldada por abundantes investigaciones demuestra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se utilizan los métodos adecuados.

Tener una inteligencia emocional fuerte es la clave del éxito laboral. El mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia y encontró en la inteligencia emocional una herramienta única para comprender la productividad laboral de las personas, el éxito de las empresas, los requerimientos del liderazgo y hasta la prevención de los desastres corporativos. Harvard Business Review llego a calificarla como un concepto revolucionario e influyente en el mundo empresarial.
Por ello muchas organizaciones han implantado  cursos y talleres para formar a sus empleados y ayudarlos a adquirir una fuerte inteligencia emocional.

Para aplicar la inteligencia emocional en el trabajo es importante tener en cuenta:

Conocer que funciones del trabajo te causan o te pueden llegar a causar estrés para poder evitar la ansiedad y poder tener el rendimiento esperado.

Interpretar bien el lenguaje corporal, ya que a veces no coincide el lenguaje corporal con lo que se dice, y poder saber lo que la otra persona siente de verdad y esconde será una ventaja para poder reconducir el trabajo.

Escuchar a los demás empleados, esto es clave para crear una buena relación laboral, además escuchar sus opiniones puede llevar a mejoras en la propia organización.

Autoanalizarse a uno mismo, para conocer en qué cosas puedes fallar y ser resolutivo y mejorarlas.

Ser empático, ponerse en la piel del compañero, como puede sentirse, que debilidades puede tener, como puede influir en el equipo de trabajo o departamento y ser resolutivo y mediador.

Cabe destacar que tener una actitud positiva en el trabajo nos ayudará a encontrar soluciones, ventajas y multitud de posibilidades. Ya que, por el contrario, tener una actitud negativa solo nos traerá dificultades que nos producirá desanimo y empatía.

“El trabajo más productivo es el que sale de una persona contenta”

(Víctor Pauchet)

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